viernes, 22 de abril de 2016

En la FERIA del LIBRO con DANIEL DIVINSKY




Abre mañana, en La Rural

Claves de la Feria del Libro, con Daniel Divinsky como baqueano

De larga trayectoria, el editor de Mafalda recomienda detenerse en los stands chicos, cuya oferta no siempre está en librerías.


Misión imposible. Andar con Daniel Divinsky por los pasillos de la Feria del Libro sin que la conversación sea interrumpida una, dos, decenas de veces, es la crónica de un fracaso anunciado. El histórico editor de De la Flor, que el año pasado vendió su parte a Kuki Miler, su compañera por décadas, camina por La Rural y se cruza con la subdirectora catalana de la Feria del Libro de Frankfurt, con la editora a la que ayudó a gestionar los derechos de un cuento de Rodolfo Walsh para adaptarlo a un libro infantil y al director del sello español cuyos Cuentos Completos de Anton Chejov acaba de recomendar. 


Charla con el chico que publica libros en 3D y con los editores de los sellos más jóvenes, que se agrupan en stands colectivos de tapas brillosas y catálogos brillantes. Todos se le acercan.



Algunos lo piropean: “Maestro de maestros”, le sueltan. Con otros programa desayunos en una agenda analógica, grande y roja. “Disfruto del retiro”, dice. Sin embargo, el libro rojo de Daniel Divinsky está cargado de compromisos. No da detalles pero cuenta que en junio volverá al ruedo como asesor editorial. Es una misión imposible andar por la Feria con Divinsky sin interrupciones. Pero sus consejos para sacarle jugo bien valen esas pausas: es la guía de un expositor que conoce la Feria, desde su primera edición, en 1975.




“A la Feria hay que verle los stands chiquitos. No vale la pena frenar en los que tienen lo que se consigue en todas las librerías”, dice. Y entonces para en el stand de La Coop, que nuclea a trece editoriales que llegan por primera vez a la Feria. Hay libros de poesía de Diana Bellesi y Jorge Leónidas Escudero pensados (e ilustrados) para chicos: cuestan entre 100 y 150 pesos. Para también en el stand de una editorial chaqueña que desembarcó en el Nuevo Barrio, la zona del pabellón amarillo a la que la Fundación El Libro invitó a doce sellos a que participaran gratis de la Feria. “Es una muy buena iniciativa, aunque al estar al fondo de uno de los pabellones, su futuro depende de si se pone de moda o no”, advierte. 


Y destaca que la Zona Futuro y el Encuentro Internacional de BookTubers “son dos formas de enfocar al público más joven, que en los últimos años se volvió protagonista”. En cambio, el stand de Santiago de Compostela, la Ciudad Invitada de Honor, le parece “pobre”: no hay más que una veintena de sillas desde las que se escucharán algunas charlas y libros en vitrinas. Nada que se pueda hojear, ni una empanada gallega.



“El pabellón azul se volvió más codiciado en los últimos años: luego de que Presidencia armara allí un gran stand, se habilitó una entrada directa a esa parte y se concentraron varios stands muy interesantes”, dice Divinsky. Destaca  dos stands colectivos con catálogos versátiles: Libros para Atesorar, para chicos, y Sólidos Platónicos, para grandes. Por ahí está, también, la Universidad de San Martín: “Hay que prestarles atención a los stands universitarios, que en los últimos años editaron cosas muy interesantes”, explica. Acomoda los libros que hayan quedado patas-para-arriba: “Manías de editor”, aduce.



“A los editores les conviene estar acá: venden a libreros, a bibliotecarios y a un público que tal vez en ningún otro momento del año se acerca al libro. A ninguna Feria viene tanta gente como a la de Buenos Aires”, explica Divinsky. Pasa de largo de los stands de los grandes conglomerados editoriales y se entusiasma: “No hay concentración total posible, en tanto los intereses de la gente son tan variados que se pueden producir libros de cualquier cosa”. Él, por ejemplo, compró cuentos del escritor británico Saki y una historieta del dibujante y guionista Oswal, todo por 50 pesos.
La Feria abre mañana, pero uno de sus grandes conocedores arriesga un balance: “No veo grandes cambios respecto de los años anteriores y creo que es un síntoma de que es un año de ahorro para las editoriales”.










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